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Desde la ciudad de Teocalchite, Mexico, visitamos a Nelly Anabel, quien amablemente aceptó difundir Dlm en Mexico. Ella es escritora y aquí nos acerca un cuento de su autoria: «Videncia»

 

¿Decidirás emprender el viaje?…

Maleta 2Irás en el taxi analizando tu exasperante soledad. Llegarás a la central de autobuses, inmotivado, resignado; no te causará satisfacción alguna viajar al oriente del país. Entrarás e irás hasta la ventanilla y comprarás el pasaje, luego te sentarás en una butaca. Estarás entristecido por una ilusión perdida, intentarás despejar tu mente, sacarás un libro y comenzarás a leer. Después de un rato notarás que las personas mutuamente se ignoran, voluntariamente ajenos de quienes los rodean, te agradará saber que no eres el único infinitamente solo. Tantos en un mismo encierro se hacen compañía, pensarás; pero detestarás tu vida desierta. Hastiado de la monotonía te preguntarás: ¿Qué hago aquí? En aquel momento tendrás la sensación de que estás en un intervalo crucial, vislumbrarás que tu destino era estar en ese preciso instante en ese exacto lugar. Verás el reloj, nueve menos quince, entonces una joven entrará, te fijarás en ella, estilizada y hermosa, de cabello negro que cae suavemente en sus hombros descubiertos, sus enormes ojos oscuros y luminosos te embriagarán de una emoción desconocida.

Te sentirás absorbido en ella, como si fuese una esponja y desearás extraerte, no podrás. Intentarás volver a tu lectura, tendrás que fingir interés en tu libro. Ella se acercará a ti, verás en su mano un cigarrillo apagado, te pedirá fuego, buscarás en tus bolsillos aún a sabiendas de que no traes contigo ni un fósforo. Te inundará la angustia de perder la oportunidad de entablar con ella una conversación. Desesperado le dirás que espere, irás a pedirle el favor a un hombre que estará fumando, te regalará la caja cerillos y volverás presuroso a encender el cigarrillo de la mujer. Ella te sonreirá y se sentará donde tú estabas, pero te hará lugar a su lado. Sorprendido pensarás que la fortuna se ha compadecido de ti. Desearás que te sobrevenga algo inteligente que decir, nada se te ocurrirá. Ella te agradecerá la caballerosidad de conseguirle fuego, sonreirás como idiota sin poder articular palabra. La observarás embelesado, ella no te mirará, mantendrá la vista al frente y tú con indiscreción prestarás atención a su rostro. Parece muy joven, pensarás; sin embargo, descubrirás en sus ojos experiencia de vida. Le preguntarás a dónde va, te dirá que al occidente del país; un infortunio para ti. Se acercará el guardia y le ordenará que salga, le informará que está prohibido fumar en la sala de espera; saldrán a los hangares. Te seducirá su manera de caminar, ella te tomará la mano, te estremecerás al instante. Estarás suspendido en el tiempo, incorpóreamente la abrazarás. Ella terminará su cigarrillo y hasta entonces te preguntará si el humo te molestaba, negarás inmediatamente. Sonreirá y descubrirás que la anhelas, te preguntará a dónde vas, tardarás en contestar, no porque no querrás decirle sino porque lo habrás olvidado, recordarás el taxi y entonces le dirás. Inesperadamente te besará, agradablemente sorprendido corresponderás el beso, en ese lapso sabrás que estás perdido por esa mujer, quien lentamente separará sus labios, tierna y dulce sonreirá. Apretará tu mano con más fuerza y te conducirá por los pasillos hasta un baño, entrarás con ella que, con cerrojo, cerrará la puerta. Intuirás que desea y no te negarás a la oportunidad de poseerla implacablemente. Ella se entregará sin reservas, descubrirás que la amas tan profundamente que te dolerá cuando su cuerpos se separen, te asirás a sus caderas como a la única oportunidad de dicha, de vida. Escucharás el anuncio de la salida de tu autobús, estarás tan absorto en investirla con caricias y besos que no te importará perderlo. Satisfecha en su propósito, ella abrirá su bolso y sacará otro cigarrillo y un encendedor con el que lo prenderá. Al descubrir el pretexto para acercarse, surgirá en ti una sensación de triunfo. Abrirá la puerta y saldrá en silencio, impactado por el vertiginoso suceso y contra tu voluntad, la verás partir. Te reprocharás no haber tenido el valor ni las palabras para detenerla. Entumecido y confuso volverás al lugar donde estabas leyendo, tomarás tu libro y pensarás que, como agravante, fue una torpeza no preguntarle su nombre. Lamentándote de tu error ves el reloj, nueve menos diecisiete, no lo puedes creer, verificas con el reloj de la central. Durante dos minutos sientes llegar la esperanza. Una joven entra en la sala de espera, su figura es estilizada, su rostro hermoso, su cabello negro que cae suavemente en sus hombros descubiertos y sus enormes ojos oscuros y luminosos te están mirando, reconoces la emoción que te embriaga, saca de su bolso un cigarrillo, camina hacia ti y…

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