Artículo publicado en la edición Nº 36 de la Revista Todo Papás
Enfadarse, gritar y llorar después de perder un juego es algo normal para la condición humana (desde luego no es sólo cosa de niños). Tener un mal perder da una imagen muy negativa de una persona, y lo más probable es que nadie quiera competir contra alguien que chilla y destroza el juego si no consigue ganar. Aunque no es fácil, debes enseñar a tu hijo a perder (y a ganar) dignamente.
Lo importante es participar
Esta frase tan bonita y tan usada es difícil de cumplir en la vida real. A todo el mundo le gusta ganar, juegue a lo que juegue: fútbol, el escondite, las cartas… Es muy complicado perder con una sonrisa. Y lo es más aún para los niños, ya que están acostumbrados a conseguir lo que quieren y a ser el centro de atención de sus padres, por lo que aceptan muy mal no obtener lo deseado.