Mix de notas sobre yoga- Parece que el Yoga, desde hace unos años, se ha puesto de moda hasta el punto que incluso algunos médicos recomiendan su práctica a sus pacientes.
Afortunadamente hemos pasado de una época oscura, en la que el Yoga era visto como una disciplina demasiado exótica, al momento actual en el que ha salido a la luz con toda la dignidad que se merece. Hasta hace pocos años, parecía impensable esta situación ahora tan favorable para el colectivo de enseñantes y practicantes de esta milenaria disciplina.
A causa de tal efervescencia, han empezado a proliferar todo tipo de estilos de Yoga, para todos los gustos, y existe un amplio abanico de posibilidades y de cursillos para la formación de profesores de Yoga.
Pero, puesto que la práctica del Yoga mejora nuestra condición física, se ha extrapolado el Yoga de su contexto y a menudo se promociona únicamente para mejorar la imagen física. Ahí se cae en el primer error, y el más generalizado, de convertir el Yoga en otra forma de gimnasia disfrazada de falsa espiritualidad.
También es sabido que el Yoga ayuda a equilibrar el funcionamiento interno del organismo, a respirar mejor y a relajarnos contrarrestando el alto índice de estrés al que nos vemos sometidos. Y de ahí que, otra actitud más temeraria, si cabe, es la de utilizar el Yoga como terapia, aunque sí es cierto que puede contribuir a mejorar la salud de quienes lo practican.
Los que amamos profundamente el Yoga nos entristece la situación a la que se ha llegado puesto que el Yoga se está alejando de lo que siempre fue, una vía iniciática de realización para una mejora de nuestra calidad humana.
El Yoga es una ciencia, pues su procedimiento se basa en la experimentación y para lo cual no se necesita ninguna creencia. Su conocimiento sistemáticamente estructurado no es algo sobre lo que se pueda especular. El Yoga nos introduce a una disciplina que crea un orden en nuestro interior y nos desarrolla la sensibilidad. Es una práctica en la que pasamos del hacer al sentir, para vivenciar. Todo ello nos aporta armonía, bienestar y crecimiento interior.
Así, el Yoga se convierte en algo existencial y experimental, para lo cual no se necesita fe alguna sino sólo el valor de experienciar. Aunque hay quien lo enfoca como un sistema de creencias, pero entonces caeríamos en algo sobre lo que pensar y elucubrar. Precisamente lo que se busca no es algo sobre lo que reflexionar sino todo lo contrario, porque el pensar ocurre en la mente y lo que queremos es ocuparnos de la totalidad de nuestro Ser.
Muchas veces se malinterpreta el papel que juega el Hatha-Yoga (modalidad de Yoga que se ocupa de la purificación del cuerpo físico y del equilibrio de las energías internas) dentro del sistema del Yoga, pues en realidad de lo que se ocupan las Asanas o posturas del Yoga es de un adiestramiento interior del Ser que nos ayuda a centrarnos.
Permanecer en una postura nos reporta paz mental, pues el fin de una postura no es la postura en sí misma sino que es un medio para desarrollar esta paz interior. Lo más importante es la actitud que adoptamos ante la práctica. Y, así, podemos alcanzar un estado de no-mente, de plenitud, contraponiéndolo al estado de fragmentación al que nos vemos sometidos cuando la mente actúa.
A través del Yoga se purifican los tres niveles básicos de todo ser humano:
• El cuerpo físico, a través de unas técnicas específicas, los Shatkarmas, o técnicas de purificación interna.
• El cuerpo energético, a través de la práctica de las Asanas o posturas y del Pranayama o técnicas de respiración que regulan y equilibran el fluir de la energía vital.
• La mente, a través de la Meditación y otras prácticas como el canto de Mantras.
Cuando el cuerpo y la mente han sido preparados adecuadamente, entonces se favorece la calma, la introspección y la integración psico-física.
En niveles avanzados de práctica se puede llegar a alcanzar estados elevados de conciencia y experimentar una sensación de infinita paz y felicidad.
Fuente http://menteconsciente.com/