Si bien sus comienzos demuestran la debilidad del hombre que hace prevalecer sus vanidades e ideologías preconcebidas sobre los principios morales e incuestionables del Cristianismo, en especial en relación con el Pueblo judío, su proceso de transformación ha sido un ejemplo de lo que no debe ser y de lo que debe ser.
Martin Niemöller vivió en carne propia aquello que por su ceguera espiritual había defendido.
Sin lugar a duda, la trascendencia de su vida en la historia de la Iglesia Protestante se debe más a sus errores que a sus aciertos. Pero, su arrepentimiento público, plasmado en estas célebres palabras pronunciadas por él en un sermón tras la guerra, se ha transformado en una de las grandes lecciones de la historia.
Cuando vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista,